jueves, 12 de julio de 2007

una tarde bohemia

sentado en una tarde gris como muchas otras, el ermitaño estaba sentado en unas escaleras, escaleras donde se sienta y piensa, el por que de tantas cosas, y escribir, para q no se borren de su mente, como muchas otras cosas q han pasado por hay y se han esfumado con el humo de un cigarrillo melancólico en los labios de un abstemio a la felicidad.
a su lado se acerca una hermosa persona, lady se llama, una dama de alta alcurnia, lleva un sombrero negro, y un sonrisa extraña en sus labios, se percata de q el cigarrillo se ha acabado y ofrece uno al ermitaño,este lo recibe, sin ninguna emoción, sin ningún agradecimiento, con al resignacion del q recibe por q lo necesita, y lo prende, en su mano tiene un encendedor, llama q se agota lentamente al aspirar, llama caliente en medio de un frio atroz, q llena los huesos de sentimientos lúgubres y pendejadas para mi, q soy el mismo, varias.
se sienta al lado, cada uno con un cigarrilo en la mano, suspirando por guerras pasadas, y de pronto el, saca de su mochila un pequeño objeto reluciente, y lo pone en sus labios, y al son de una armónica desgastada ella cuenta su historia, q en resumidas, cuenta, un cuento , acerca de la ultima gota de una fuente seca y de como esta gota anda por el mundo buscando unas aguas q logren calmar su sed.
ella coge la armónica, y la sacude, para sacar del objeto, el veneno del amor silencioso, de un beso nunca dado, de una ilusión rota, para no contaminarse de esa saliva extraña q no quiere y nunca ha pedido.
y comienza tocar, una melodía extraña, facinante, misteriosa oscura como la noche, extraña como la bruma del amanecer, canción extraña q hace q el ermitaño hable del viento, de como camina errante por un mundo q no es el q el ve, q es un niño y la vez un anciano, sin saber q ser o q sentir, por q no sabe quien es o a donde va.
triste destino para un errante, y van dos cigarrillos mientras hablan, y las conversaciones se las lleva el viento, y son transformadas en humo, llevadas a la inconsciencia de muchos q al aspirar su aroma, sienten la fragancia del desespero y el olvido de un par de hechiceros, q no quieren hacer magia, porque en el silencio de una tarde gris, todas las palabras y sentimientos se los lleva el viento, cuando cada palabra y cada recuerdo se transforma en humo, aunque sea por un momento.